Hay
libros que son otra cosa, pertenecen a otra índole son un pasaporte que nos
invita a volver a ser chicos, sumergirnos en ellos genera que el cuarto, el
colectivo, la librería, la biblioteca, el espacio sé nos vuelva extraño y que
el tiempo corra distinto. Al abrirlos nos ponemos
nerviosos, ansiosos, inquietos y sentimos que cualquier cosa puede llegar a
ocurrir. Estos son los libros que disfruto coleccionar, reseñar, regalar, mirar una y otra vez.
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Cuatro gatos negros flacos (cubierta) |
Cuatro gatos negros
flacos es un libro acordeón de cuatro metros que nos impulsa a abandonar
la mesa, el escritorio, la silla y nos invita a jugar, a desplegarlo en el suelo a volver a ser curiosos leyéndolo
del derecho, del revés, en diagonal, en zig-zag, ofreciéndonos siempre un recorrido nuevo. El final se vuelve un principio y hay gatos de toda clase:
perezosos, graciosos, dormilones, juguetones, burlones, pícaros, un poco atrevidos y hasta
seductores.
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Cuatro gatos negros flacos (interior) |
Las ilustraciones a cargo de Christian
Montenegro no tienen desperdicio, basadas en geometría pura (círculos,
triángulos y cuadrados) con un uso del color acertado disfrazan de simple una
síntesis compleja y cuidada al máximo que acompañan un texto de Didi
Grau donde el juego es la clave del relato. El trabajo de Laura
Varsky no se queda atrás la tipografía se complementa con las
ilustraciones y a lo largo de todo el libro no hay ni un solo
detalle librado al azar.
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Cuatro gatos negros flacos (interior) |
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Cuatro gatos negros flacos (interior) |
Finalmente, creo que es interesante
destacar que es un libro editado de forma colectiva a través de idea.me, contó con la participación de 126 colaboradores y solo se han editado 500 ejemplares cada uno de ellos numerados a mano.
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Cuatro gatos negros flacos (interior) |
Uno, dos, tres, cuatro miaus...¡que comience el juego!
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